#39 Terremoto en Japón (2011), de agencia Reuters

Lo único que queda en pie en esta imagen es un torii, un pórtico que marca la entrada a los templos sintoístas y que delimita el terreno profano del sagrado. Pero, ¿cómo saber a qué lado están lo uno y lo otro cuando todo ha sido igualado por la destrucción? Responde la fe:  “Lo verdaderamente sagrado es aquello que permanece; lo demás será levantado otra vez como antes también lo fue; a un lado y al otro de la puerta del cielo que siempre estará abierta para quien desee franquearla”. Responde el miedo: “Cuidemos lo que tenemos, porque los escombros son todos iguales. No habrá nada sagrado porque no habrá cómo reconocerlo, y ese pórtico parado solo será un recordatorio de aquello que perdimos, de aquello que se evaporó cuando todo se vino abajo”. Responde la sospecha: “Sabíamos que esto pasaría, que de una u otra forma se desvanecería en el aire aquello que parecía ser más viejo y firme que la verdad. Sabíamos que se trataba de una construcción como cualquier otra y que en algún momento iba a caer; y si no cayó, tampoco sirvió de nada para protegernos del horror”.

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